HAIKU. La poesía del aquí y el ahora

Furuike ya, Kawazu tobikomu, Mizu no oto.
En el viejo estanque la rana salta; Plop.
Matsuo Basho

Podría haber comenzado el artículo haciendo una breve introducción acerca del Haiku, sería lo esperado, pero no sería justo. Creo que la mejor forma para acercarse al Haiku, debido a su naturaleza, es precisamente sin ningún tipo de mediación. Porque, como veremos más adelante, un haiku es como esa flor que te encuentras en el camino, aparece sin más, está ahí para que lo aprecies. Es delicado, sutil, claro. Es sencillo, alado, es el mar un día de tormenta, un perro estirado a los pies de su dueño. Es sensibilidad, es verso. El Haiku, simplemente ES. Haiku es experiencia, es percepción, es vivencia. Es aquí y ahora. Es, como decía Fritz Perls, abandonar la mente y dedicarse a los sentidos. ¿Por qué deberíamos hablar de poesía en una revista de psicología?

Sí, no os habéis equivocado. Estáis leyendo un artículo de psicología. El objetivo de este articulo no es otro que dar a conocer cómo el Haiku, su esencia, puede modificar nuestro modo de ver la vida y, por ende, ayudarnos a sentirnos mejor en nuestro día a día. Por otra parte, desarrollaremos las conexiones que existen entre el haiku y la terapia gestáltica, ambos influenciados por el budismo zen.

Haiku: la esencia.
El origen del Haiku data del siglo XVII y se le atribuye al monje budista Matsuo Basho. El Haiku, normalmente carente de rima, está compuesto por tres moras –versos– de 5,7 y 5 sílabas cada uno y nos muestra una “instantánea” de la naturaleza. La particularidad del Haiku es que, a pesar de ser poesía, no habla de sentimientos, ni de lo abstracto, sino todo lo contrario, es la poesía de lo observable. Lo que hay.

¿Pero, cómo nos puede ayudar el Haiku en nuestro día a día?
Aceptación
Haiku es abrir los ojos y aceptar lo que hay fuera con humildad. Haiku es el arte de mirar sin juzgar. De apreciar lo obvio, lo que es, no lo que desearíamos que fuera. Es una muestra de respeto.

Humildad
Haiku es el poema sin poeta. El Haiku, como sucede con la filosofía zen, aborrece el egocentrismo. En el Haiku perfecto el poeta –haijin– debería desaparecer, esfumarse a la par que lo hacen las diecisiete silabas, una vez dichas. No ser más que esa voz “neutra” que transmite un momento único. Eso, al ego del poeta le puede doler, estoy de acuerdo, ¿qué poeta no quiere dejar su alma, permanecer, que el lector vibre con él, que se le reconozca? No se me ocurre mayor muestra de humildad que esa. Los sentimientos del poeta, los pensamientos, sus temores o fantasías no tienen cabida en un Haiku, es una cuestión de focalización.

Apreciación de la belleza.
Aware, es un concepto japonés de difícil traducción que hace referencia al asombro y la emoción que produce en nosotros la naturaleza en determinadas ocasiones. El descubrimiento de una realidad, la vivencia de un momento como único. Mirar como mira un niño, desde la inocencia. Vemos la vida pasar ante nuestros ojos, a diario miles de momentos maravillosos se suceden sin ni siquiera percibirlos, ¿cuántas veces las dejamos escapar? El Haiku nos ayuda a apreciar la belleza de nuestro día a día. EL DARSE CUENTA (Awareness) gestáltico – entrar en contacto, natural, espontáneo, en el aquí y ahora, con lo que uno es, siente y percibe– obviamente, hace referencia a este concepto oriental. También guarda una íntima relación con el mindfullnes o la capacidad de prestar atención de manera consciente a la experiencia del momento presente con interés, curiosidad y aceptación.

Armonía
El haiku parte de la base de que cada elemento, cada ser vivo posee una belleza, una fuerza, intrínseca que hace que no requiera de ornamentos. El sol, el halcón, la piedra, la rana o el escarabajo. Una vez dicho esto, es importante recalcar que, al igual que uno de los principios del Gestalt, en un Haiku “el todo es más que la suma de las partes”. Si un momento llega a ser haiku es por la dinámica y la armonía que se crea entre cada uno de los elementos, de la interrelación que hay entre ellos. Nada existe por sí solo, sino en relación con el contexto.

Creatividad
Cuando comenzamos a escribir haikus inevitablemente nuestra mente se focaliza en el exterior, se abre a un mayor número de estímulos y sin apenas ser conscientes comenzamos a pensar o a sentir de un modo diverso. La mente se nos abre y, lo que es más importante, dejamos de juzgar, de rechazar, de desvirtuar la realidad a nuestro antojo. Poco a poco la productividad aumenta sin saber bien como.

La sencillez
El haiku es una oda a la sencillez. Es un “Dejémonos de tonterías”.

Te invito a conocer más acerca del mundo del Haiku y como no, a escribir. Recuerda, lo importante, está afuera: Cógelo.

EL PERIÓDICO DE LA PSICOLOGÍA – www.elperiodicodelapsicologia.info – info@elperiodicodelapsicologia.info

Deja un comentario