Cuidar de una persona con demencia afecta potencialmente la salud física y mental de los cuidadores, ya que estos se encuentran con múltiples desafíos que los obliga de alguna manera, a brindar más asistencia, renunciar a sus vacaciones o pasatiempos, a tener menos tiempo para otros miembros de la familia, incluso, muchos cuidadores se ven obligados a renunciar a su trabajo para poder ejercer su labor de cuidador.
Para complicar aún más el panorama, entre el 20 % y el 24 % de las personas con demencia también sufren un síndrome depresivo y problemas de comportamiento; lo que conlleva a que la carga del cuidado sea más alta y genere más estrés en los cuidadores.
A pesar de todo esto, hay tres recursos psicológicos, entre muchos otros, que ayudan a los cuidadores a afrontar de una mejor manera los desafíos del cuidado.
Estos recursos son:
1. La autoeficacia
Es la convicción de un individuo de que es capaz de realizar las acciones necesarias para producir los resultados deseados.
2. La autoestima
Hace referencia a la evaluación subjetiva que hace un individuo sobre su valor como persona.
3. El optimismo
Es la expectativa de resultados positivos que tiene un individuo frente a la adversidad.
Estos tres puntos son bastante importantes para desempeñar las tareas del cuidado y para los resultados futuros acerca del rol de cuidador; ya que cuidar de un familiar enfermo es un rol que por lo general ningún familiar está preparado para ejercer; por tanto, si los cuidadores confían en que tienen las capacidades necesarias para cuidar bien de su familiar enfermo, que podrán aprender nuevos conocimientos y desarrollar nuevas habilidades, son optimistas frente a sí mismos y en que conseguirán hacer bien su labor, la carga que genera el cuidar se verá disminuida.
¿Qué pasa si estos niveles están bajos?
Se ha informado que los cuidadores que tienen bajos niveles de autoeficacia, autoestima y optimismo, presentan peor salud física y mental y baja satisfacción con la vida (Lamont, R. A., et al., 2019). Esto puede estar relacionado con evaluaciones más negativas de los eventos de la vida y enfoques menos adaptativos para hacer frente a las adversidades y los conflictos que se presentan en las tareas del cuidado y en el ejercicio de su rol de cuidador.
La baja autoeficacia estimula valoraciones negativas de situaciones desafiantes. Dichas evaluaciones negativas pueden reducir la probabilidad de que las personas se comprometan y persistan en tareas desafiantes, y que las puedan enfrentar bien (Bandura, 1997).
De manera similar, la autoestima modera el uso de estrategias de afrontamiento adaptativas entre aquellos que experimentan eventos negativos en la vida. Además, conlleva menos intentos para tomar el control de las situaciones y comportamientos evitativos para hacer frente a las situaciones adversas.
Por otro lado, se ha encontrado que aquellos cuidadores con niveles bajos de cada recurso psicológico tienen puntuaciones significativamente más bajas relacionadas con su calidad de vida, su satisfacción con la vida y su propio bienestar en comparación con aquellos cuidadores que presentan niveles moderados o altos de cada recurso (Lamont, R. A., et al., 2019).
Aunque, lo ideal es que estos tres recursos psicológicos estén integrados y funcionen de manera armónica, es importante tener presente que no siempre es así, por ejemplo, una persona o un cuidador puede tener una autoeficacia y un optimismo alto, y una baja autoestima. Es decir que estos tres recursos pueden funcionar de manera independiente, sin embargo, se ha encontrado que enfocarse, promover o intervenir en un recurso psicológico pueden tener un impacto positivo en los otros dos, lo cual puede beneficiar a los cuidadores.
Con respecto al optimismo, por lo general, se considera que este es un «rasgo de personalidad», sin embargo, en los cuidadores de enfermos de Alzheimer se ha encontrado que este varia a lo largo del tiempo. Por tanto, promover el optimismo cuando se presenten dificultades en el ejercicio del cuidado y en la evolución de la enfermedad, es importante para que los cuidadores puedan hacer frente a los cambios y a las responsabilidades del cuidado (Lamont, R. A., et al., 2019).
Es importante tener presente que, si bien el optimismo es necesario para afrontar las dificultades del cuidado y la evolución de la enfermedad, es necesario que este vaya acompañado de unas expectativas adecuadas, objetivas o realistas, ya que un optimismo desmesurado y poco ajustado a la enfermedad y sus dificultades conlleva altos niveles de frustración.
Por otra parte, las investigaciones han encontrado que la autoestima está relacionada con la valoración subjetiva que hacemos frente a como valoramos las nuevas situaciones, si la evaluamos como un desafío positivo o una amenaza negativa (Lamont, R. A., et al., 2019). Por tanto, es importante que los cuidadores se sientan bien consigo mismos y con el importante papel que desempeñan, ya que esto es de gran ayuda para promover evaluaciones más adaptativas y para hacer uso de estrategias que le ayuden afrontar las dificultades que se vayan presentando en el cuidado.
Así pues, es fundamental que los cuidadores promuevan su autoeficacia, su optimismo y su autoestima, y si perciben que no pueden hacerlo solos, busquen todas las ayudas que sean necesarias, ya que esto les permitirá tener una mejor calidad de vida y un mejor bienestar.
Dra. María Nancy Castrillon
www.nancycastrillon.com
Referencias
Bandura, A. (1977). Self-efficacy: toward a unifying theory of behavioural change. Psychological. Review, 84, 191–215. doi: 10.1037/0033 295X.84.2.191
Lamont, R. A., et al. (2019). Self-esteem, self-efficacy, and optimism as psychological resources among caregivers of people with dementia: findings from the IDEAL study. International Psychogeriatrics, 31(9), 1259–1266. https://doi.org/10.1017/S1041610219001236
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