Estrés y síndrome del colon irritable: ¿existe relación entre ellas?

Toda reacción corporal tanto positiva como negativa, se ve reflejado en el estómago y el resto del aparato digestivo.

Las acciones emocionales, que parten principalmente desde el sistema nervioso, son sensaciones que alteran primordialmente el tracto gastrointestinal. Estas afectaciones son padecidas por casi un 15 % de la población mundial, siendo problemas silenciosos que traen varias consecuencias. Por lo tanto, además de mejorar la situación física a través de tratamientos, también debe mejorarse la salud emocional y resolver los problemas psicológicos.

Basados en estudios científicos, la Universidad Estatal de Nueva York arrojó avances medicinales reveladores con respecto a ambos factores. Determinaron que más del 60% de las personas que sufren trastornos de ansiedad, padecen de colon irritable. Por esto, la población, erróneamente, busca alternativas clínicas que resuelvan su problema digestivo, antes que encontrar solución a sus problemas emocionales. Pero, ¿por qué las consecuencias de los problemas emocionales irradian en el tracto gastrointestinal?

Las conclusiones médicas apuntan a que el estrés libera en el cuerpo hormonas como la corticotrofina y la noradrenalina. Estas promueven, cerebralmente, respuestas conductuales que elevan la actividad del conducto gástrico y el intestino delgado. Estos se alteran mediante contracciones y distensiones que, en conjunto con los alimentos consumidos, modifican su procesamiento natural. Por tanto, la continua exposición al estrés modificará el desarrollo natural del aparato digestivo, creando barreras contra alimentos, así como contra emociones. Estos efectos causan dolores abdominales, inapetencia, diarreas, estreñimiento y, progresivamente, derivar en un posible cáncer de colon, digestivo o intestinal.

Los cambios ante claras alteraciones digestivas deben ser tratados medicamente, mejorando hábitos tanto emocionales, como alimentarios. Visita a tu especialista de confianza regularmente, para habituarte a cambios que mejoren tus comportamientos anímicos. Nada de qué preocuparte, simplemente, evita continuar con las metodologías que llevas y opta por cambiar tus rutinas. A la vez que adoptas estos cambios, también sentirás avances corporales que te beneficiarán en tus labores diarias.

Por otro lado, el ejercicio físico será otra de las acciones que debes adaptar en tu vida cotidiana. Mientras prácticas ejercicio darás movimiento a tu tracto intestinal, además que acelerarás tu metabolismo mientras asimilas óptimamente los alimentos. Consume mucha agua mientras te encuentres en ello, para limpiar las vías digestivas y disminuir la producción bacteriana. Puedes también considerar practicar yoga o thai chi, para balancear positivamente tu estado físico con tu estado mental.

Será primordial que cambies tu alimentación, dejando a un lado, aunque sea difícil, la forma en que vienes alimentándote. Además, establece horarios fijos que regulen correctamente el procesamiento de los alimentos que consumes. Será ideal que realices 5 comidas diarias, que se basen en un desayuno balanceado y una cena liviana antes de dormir. Igualmente, ten horarios fijos para ir al baño, sin que te tome por sorpresa o alterar el cambio metabólico que vienes haciendo.

Por último, recuerda la frase de Fermín Marín, director del Servicio del Aparato Digestivo: “el estrés no es bueno ni para el Síndrome de Intestino Irritado ni para ninguna enfermedad, por lo que evitarlo es una de las mejores maneras de paliar los síntomas y mejorar el ánimo”. Por tanto, te invitamos a replantear tus hábitos, a cuidar tu salud física y mental y a progresar continuamente en tu mejora personal.

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