El increíble vínculo entre la alimentación y la autoestima

Nuestra dieta puede influir considerablemente en nuestra autoestima, no solo en términos de percepción e imagen corporal, también en nuestra apertura a aceptarnos tal y como somos.

De acuerdo con la unidad de salud de Huron County (Canadá), las personas que llevan una dieta balanceada ven un impacto positivo en su apariencia física y en su estado anímico; una persona con una imagen corporal positiva se siente cómoda, segura y feliz con su cuerpo, no experimenta vergüenza a la hora de relacionarse con los demás, de modo que logra desenvolverse libre y plenamente para establecer vínculos socioafectivos que contribuyen a su bienestar.

Este es un ejemplo de cómo una alimentación saludable se traduce en una autoestima sana.

Algo muy distinto ocurre cuando nuestros hábitos alimenticios son dañinos, cuando comemos compulsivamente o cuando nuestra elección de alimentos nos ofrece pocos nutrientes:

Por un lado, vemos un incremento en el riesgo de sufrir problemas de salud como sobrepeso, obesidad, diabetes e hipercolesterolemia.
Sumado a esto, el déficit nutricional afecta negativamente nuestro metabolismo y cerebro, haciendo que experimentemos desequilibrios anímicos y dificultad general para sentir cómodos con quienes somos.
Derribando los mitos del “cuerpo perfecto”
En una época en la que nuestras opiniones personales se ven drásticamente influenciadas por la cultura mediática, los cánones de belleza que vemos en los medios de comunicación han pasado a ser más importantes –para muchas personas– que el bienestar físico y mental.

La industria hace énfasis en la apariencia y nos da “instrucciones” de cómo ser hermosos a través de programas de televisión, revistas y publicidad online. Desde luego, las imágenes que vemos son –a menudo– producto de meticulosos procesos de edición que fabrican la belleza de cero, presentando figuras irreales y poco sanas.

La presión mediática puede ser suficiente para promover una imagen corporal negativa y una baja autoestima en la población general (especialmente, entre los niños y adolescentes). La salida rápida para sentirnos ‘valiosos y merecedores’ puede incluir dietas extremistas que sabotean nuestro amor propio.

Es importante que salgamos del círculo vicioso de las comparaciones malsanas y el mito del “cuerpo perfecto” para transformar la obsesión por la apariencia en un auténtico interés por sentirnos bien con nosotros mismos. Para ello, los especialistas recomiendan:

En lugar de dietas y suplementos → Alimentación saludable
En lugar de rutinas de ejercicio forzadas → Vida activa

Alimentos que favorecen una autoestima sana
Aunque no se ha demostrado la existencia de un plan de alimentación que estimule el amor propio, algunos estudios han reportado un vínculo entre bajos niveles de selenio en el organismo y mal humor.

De acuerdo con el Sistema Nacional de Salud del Reino Unido, la cantidad recomendada de selenio es de 0.075 mg por día para los hombres de entre 19 y 64 años, y 0.06 mg por día para las mujeres de la misma edad. La buena noticia es que los alimentos ricos en selenio lo son también en fibra, proteína y una larga lista de nutrientes; además, hablamos de productos que pueden ayudarnos a mantener un peso saludable o, si es nuestro objetivo, adelgazar:

Legumbres
Carne magra (cerdo magro y carne de res, pollo sin piel y pavo)
Productos lácteos bajos en grasa
Nueces y semillas (especialmente las de Brasil, pero no más de una o dos por día debido a su alto contenido de selenio)
Mariscos (ostras, almejas, sardinas, cangrejos, peces de agua salada y peces de agua dulce)
Granos integrales (pasta integral, arroz integral, avena, etc.)

De igual forma, un estudio publicado en la revista Psychiatry Research refiere una interesante relación entre los
patrones alimenticios y el riesgo de sufrir depresión.

Concretamente, los investigadores encontraron que las personas que consumen un alto índice de frutas, verduras, cereales integrales, pescado, aceite de oliva, productos lácteos bajos en grasa y antioxidantes, así como un bajo consumo de alimentos de origen animal, son menos propensos a desarrollar esta enfermedad, mientras que los individuos que consumen grandes cantidades de carne roja o procesada, granos refinados, dulces, productos lácteos con alto contenido de grasa, mantequilla, papas y salsas procesadas, de la mano de un bajo consumo de frutas y verduras, presentan un mayor riesgo.

Aunque existen alternativas en el mercado (como los suplementos y multivitamínicos) que prometen aportarnos todo lo necesario para un cuerpo y mente sana, los expertos insisten en que la mejor decisión es cuidar los alimentos que consumimos a diario, preocuparnos por elegir productos no procesados y realizar actividad física moderada todos los días.

Después de todo, lo natural es siempre garantía de éxito.

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