5 recomendaciones para que no seas víctima del marketing alimentario

Existe una fórmula de marketing que siempre da buenos resultados y rentabilidad. La estrategia promocional es antigua y consiste en emplear “celebridades” para promocionar alimentos ultraprocesados y bebidas cargadas de azúcar. Todos hemos visto a las estrellas de Hollywood y los influenciadores más populares de las redes con una hamburguesa o una botella de gaseosa en la mano. Ahora hasta Leonardo Di Caprio promociona hamburguesas vegetarianas con sabor a carne.
Ese tipo de mensajes se graban a fuego en nuestra memoria.

Casi siempre razonamos de manera equivocada: “Si semejante famoso lo toma, ¿por qué no he de hacerlo yo?”. Aquí debemos tener mucho cuidado, pues muchas personas pican el anzuelo y quedan atrapadas. La mente siempre anda en busca de modelos con los cuales identificarse para sentirse alguien especial, de alguna manera. Los actores, cantantes, deportistas que promocionan alimentos poco saludables, reciben un jugoso dividendo por promoverlos; representan un sebo para que tu te antojes y consumas, pero lo más seguro es que esas cosas que recomiendan, no hacen parte de su dieta cotidiana.

Además de la estrategia que acabo de mencionar, hay una muy poderosa que se encuentra en los lugares más visibles del supermercado al que vas con frecuencia. Los productos que puedes ver en las primeras líneas suelen ser los menos saludables. ¿Qué nos llega a la cabeza cuando vemos en empaques de productos ultraprocesados los términos: biológico, ecológico, veggie, casero, tradicional, artesano, especiales para el desayuno, natural, ancestral, “détox”?

Es muy probable que imaginemos situaciones asociadas a salud, bienestar, riqueza de nutrientes, pureza, salud, limpieza corporal y “sin químicos”. Y puesto que esto haría, supuestamente, que mejorara nuestra calidad de vida, los adicionaremos al carrito de compras aunque el precio duplique o triplique el de los productos de toda la vida desprovistos de estos términos “gancho”, que aunque solo estén en el envoltorio, consiguen convencernos de que es nuestra mejor opción de compra. Infortunadamente, la mayoría de estos productos siguen la misma línea en su composición: grasas poco saludables, cereales refinados, azúcares y cantidades nada despreciables de sal.

Pan de cereales
Algunos dicen que son preparados con “masa madre”, semillas y frutos secos o “centeno” para mayor delicia. La mayoría de estos panes los relacionamos con la palabra “integral” (que sabemos que es saludable), pero si miramos las etiquetas nos llevaremos una gran desilusión: contienen una gran cantidad de harina de trigo refinada (blanca), copos de patata, aceite refinado, azúcar, etc. Lo primero que debemos tener en cuenta es que la harina integral se produce al moler el grano del cereal entero, conservando intactas todas sus partes (el salvado -procedente de las capas de la cubierta- y el germen -el embrión de la semilla-). Esto hace que sume el doble de fibra y de vitamina E, además del triple de fósforo y de vitaminas del grupo B. En el empaque debe decir que está elaborado con harina integral o grano entero y el resto de harinas presentes han de tener denominación integral; asimismo, que el azúcar no aparezca entre los tres principales ingredientes.

Yogures
Se venden “bio”, ecológicos, con “bifidus regularis” (que no sirve para lo que se promociona), entre otros… Si miras las etiquetas encontrarás que muchas veces están repletos de azúcar, y este aspecto hay que tenerlo muy en cuenta en los que dicen 0 %, pues en muchos casos la reducción de grasa se sustituye por glúcidos.

Alimentos precocinados
Para llevar una dieta saludable, los expertos recomiendan no consumir alimentos precocinados por su alto contenido en grasa, azúcar o hidratos de carbono y sal; casualmente, los tres ingredientes que causan gran deseo de ser consumidos y nos enferman. Los expertos en marketing ponen en los envoltorios palabras que nos seducen de inmediato y seguimos comiendo alimentos ultraprocesados con nombres que asociamos con salud: veggie, vegano, casero, tradicional, ancestral o biológico. Ese es el truco, y nuestra única defensa es leer la etiqueta con atención.

¿Cómo hacer para no caer?
Probablemente, me preguntarán qué hacer para resistir a esos ataques de los medios a nuestra cordura alimenticia; también, cómo evitamos convertirnos en víctimas de anuncios publicitarios o empaques con información engaños. Para lograr elegir de la mejor manera posible y no caer en el juego del marketing, presta atención a las 5 recomendaciones que te doy a continuación:

Toma consciencia de que detrás de cada publicidad atractiva está la intención de hacerte un comprador (usuario, consumidor, promotor) que les llenará los bolsillos de dinero a las diferentes empresas (alimenticias, vitaminas, productos de belleza, etc.)
Asume una posición crítica frente a lo que ves en los comerciales, no tragues entero y hazte respetar. Es claro que la industria alimentaria está interesada en vender, no en que estemos sanos. Infortunadamente, si vemos a una persona con bata blanca promocionando una leche infantil complementaria, o a un chef reconocido recomendando una pastilla de caldo de gallina, pensamos que ellos piensan en nuestra salud y la de nuestros hijos, pero eso no es así.
Explica a tus hijos qué oscuras intenciones se esconden detrás de las figuritas que regalan en los restaurantes de comida rápida; lo que pasaría si te bebes un litro de gaseosa (así sea Messi quien la promocione).
Busca primero los alimentos de verdad: concéntrate en las frutas frescas, verduras, legumbres, raíces, cereales integrales, pescado fresco, huevos, etc. Intenta comprar menos productos de paquete. Asimismo, recuerda que algunos procesados como las verduras congeladas y el pescado congelado, por darte unos ejemplos, son saludables si no tienen otras cosas añadidas.
Niégate a comprar lo más promocionado en los medios si antes no ha pasado por el filtro de tu análisis concienzudo. No “comas cuento”, ni te “dejes meter gato por liebre”; revisa detenidamente el contenido calórico de lo que promocionan como “tan bueno”. Y, sobre todo, recuerda que el poder finalmente lo tienes tú; si no te dejas seducir por los cantos de sirena de la publicidad podrás tener un mayor control sobre tu vida y la salud de los tuyos. Un abrazo, que tengan una saludable y reflexiva semana.
Por: Dra. Iris Luna
Médico psiquiatra – Máster en nutrición

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