La demencia es un síndrome clínico caracterizado por un deterioro progresivo de las funciones cognitivas, como la memoria, el lenguaje, el razonamiento, la orientación y la capacidad para realizar actividades cotidianas. No es una enfermedad específica, sino un término general que engloba diversos trastornos cerebrales que afectan el funcionamiento mental y conductual.
¿Qué causa la demencia?
Las causas más comunes incluyen:
Enfermedad de Alzheimer (60-70% de los casos): acumulación de placas y ovillos en el cerebro.
Demencia vascular: daño en los vasos sanguíneos del cerebro por pequeños infartos o accidentes cerebrovasculares.
Demencia con cuerpos de Lewy: presencia de proteínas anormales (cuerpos de Lewy) que afectan el pensamiento y el movimiento.
Demencia frontotemporal: afecta los lóbulos frontales y temporales, alterando la conducta y el lenguaje.
Otras causas menos frecuentes: Parkinson avanzado, infecciones (como VIH), traumatismos craneales, consumo crónico de alcohol, entre otros.
Síntomas principales
Pérdida de memoria
Desorientación (en tiempo, lugar o persona)
Dificultad para comunicarse
Cambios en el estado de ánimo o personalidad
Pérdida de habilidades sociales
Problemas para resolver tareas cotidianas
Tratamiento
No existe una cura definitiva, pero sí tratamientos que pueden ralentizar la progresión o mejorar la calidad de vida. Se dividen en dos grandes grupos:
1. Tratamientos farmacológicos
Inhibidores de la colinesterasa (como donepezilo, rivastigmina, galantamina): mejoran la comunicación entre neuronas.
Memantina: regula el glutamato, un neurotransmisor importante para la memoria y el aprendizaje.
Medicación para síntomas asociados: antidepresivos, ansiolíticos, antipsicóticos (con precaución).
2. Tratamientos no farmacológicos
Terapias cognitivas: estimulación de la memoria, orientación, lenguaje.
Psicoterapia (para pacientes y cuidadores): manejo emocional.
Musicoterapia, arteterapia y reminiscencia: estimulan la memoria emocional y la creatividad.
Escritura terapéutica. «Escribir para sanar».
Ejercicio físico regular
Rutinas estructuradas y entornos seguros
Apoyo y cuidados
El rol de los cuidadores y la familia es esencial. Se recomienda:
Formación en cuidados.
Apoyo psicológico.
Grupos de apoyo.
Acceso a recursos comunitarios o residencias especializadas cuando sea necesario.
Prevención (en etapas tempranas o preclínicas)
Aunque no se puede evitar completamente, ciertos hábitos pueden reducir el riesgo:
Controlar la presión arterial, diabetes y colesterol.
No fumar ni abusar del alcohol.
Mantenerse social y mentalmente activo.
Alimentación saludable (dieta mediterránea).
Ejercicio regular.
Comprendiendo sus síntomas, causas y tratamiento
La palabra demencia puede sonar fuerte o incluso aterradora, pero entenderla es el primer paso para afrontarla con empatía y conciencia. La demencia no es una enfermedad única, sino un conjunto de síntomas que afectan la memoria, el pensamiento, el comportamiento y la capacidad para realizar actividades cotidianas.
A medida que la población envejece, es más común encontrarse con este diagnóstico en familiares o conocidos. Por eso, en este artículo te explicamos de forma sencilla qué es la demencia, cómo detectarla y qué tratamientos existen hoy en día.
¿Qué ocurre en el cerebro con la demencia?
La demencia es causada por daños en las células cerebrales que dificultan su comunicación. Esto afecta directamente funciones como recordar, hablar, orientarse, tomar decisiones o controlar emociones. El deterioro suele ser progresivo, es decir, empeora con el tiempo.
¿Cuáles son las causas más comunes?
Existen distintos tipos de demencia. Los más frecuentes son:
Alzhéimer: representa cerca del 70% de los casos. Comienza con olvidos leves y va avanzando hacia una pérdida de funciones más profunda.
Demencia vascular: ocurre tras pequeños accidentes cerebrovasculares que dañan la circulación del cerebro.
Demencia con cuerpos de Lewy: incluye síntomas similares al Alzhéimer, pero también movimientos lentos y alucinaciones.
Demencia frontotemporal: afecta especialmente el comportamiento y el lenguaje.
¿Cómo reconocer los síntomas?
Los signos pueden variar según la persona, pero algunos de los más comunes son:
Pérdida de memoria que afecta la vida diaria.
Dificultad para encontrar palabras o seguir conversaciones.
Desorientación en lugares conocidos.
Cambios en el estado de ánimo, la personalidad o el juicio.
Dificultad para planificar o resolver problemas.
Repetición de preguntas o acciones.
¿Tiene tratamiento?
Aunque actualmente no existe una cura, sí hay formas de mejorar la calidad de vida y ralentizar el avance de los síntomas.
Tratamientos médicos:
Medicamentos que ayudan a mejorar la memoria o estabilizar el estado de ánimo.
Tratamiento de otras condiciones asociadas (presión alta, diabetes, depresión).
Terapias no farmacológicas:
Estimulación cognitiva (ejercicios para la mente).
Actividades físicas, artísticas o sociales adaptadas.
Rutinas claras y entornos seguros.
El cuidado también es amor
Vivir con demencia no solo afecta a quien la padece, sino también a su familia y cuidadores. Escuchar, acompañar y buscar ayuda son claves para sobrellevar este proceso. Existen grupos de apoyo, asociaciones y profesionales que pueden brindar orientación y contención emocional.
¿Se puede prevenir?
No siempre, pero hay hábitos que ayudan a mantener un cerebro saludable:
Dormir bien y controlar el estrés.
Hacer ejercicio físico regularmente.
Mantener la mente activa: leer, aprender, jugar.
Seguir una alimentación equilibrada.
Cuidar el corazón (presión arterial, colesterol, azúcar).
Tener una vida social activa.
La demencia no es parte normal del envejecimiento, pero es cada vez más común. Saber detectarla y acompañar desde el respeto y la empatía hace una gran diferencia. Si tú o alguien cercano está atravesando esta situación, recuerda: no están solos. Buscar información y apoyo es el primer paso hacia una mejor calidad de vida.
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