El Periódico de la Psicología 8.11.2025 Haz lo posible www.elperiodicodelapsicologia.info Barcelona. Humanistas info@elperiodicodelapsicologia.info
En los últimos años, el uso de la inteligencia artificial (IA) en el día a día se ha extendido en todos los ámbitos. Incluso ha entrado en el ámbito del bienestar emocional, ofreciendo desde aplicaciones que prometen “terapia conversacional” hasta chatbots que escuchan nuestras preocupaciones o recomiendan estrategias de autocuidado.
De hecho, ya es de uso relativamente extendido, especialmente entre los jóvenes. Según un estudio del grupo AXA con Ipsos, un 24 % de los españoles reconoce usar “chatbots de terapeuta virtual impulsado por IA que ofrece apoyo, orientación y estrategias de afrontamiento” o aplicaciones de bienestar mental/meditación que utilizan IA. En jóvenes de 18 a 24 años ese uso se eleva a más del 45 %.
Todo ello plantea una cuestión grave: ¿puede la inteligencia artificial reemplazar el trato humano o el acompañamiento profesional en salud mental? Aprovechar herramientas de este tipo para relajarse, desconectar o como cuidado del bienestar emocional, puede ser beneficioso. Pero, lo cierto es que tratar de utilizar la IA para mejorar el bienestar mental sin supervisión clínica implica riesgos que deben abordarse con responsabilidad.
Tal y como se explica en el portal médico Top Doctors Chile, la inteligencia artificial puede ser útil como apoyo complementario: permite monitorizar el estado de ánimo, ofrecer ejercicios de relajación, enviar recordatorios o detectar patrones de conducta que ayuden al seguimiento terapéutico. Asimismo, como destaca Infocop, la IA puede liberar tiempo a los especialistas al automatizar tareas administrativas o de análisis de datos, y contribuir a detectar señales tempranas de malestar.
Sin embargo, estas ventajas no deben confundirse con la sustitución completa de la comprensión humana o la atención psicológica. La IA carece de conciencia, de sensibilidad contextual y de la capacidad de interpretar matices emocionales y sociales. Puede simular empatía, pero no sentirla, y en salud mental la diferencia es esencial (la escucha, el vínculo y la presencia).
Los riesgos de delegar nuestras emociones a la IA
Entre los riesgos más relevantes, los expertos destacan:
1. Falta de empatía genuina y de interpretación del lenguaje no verbal: la IA puede ofrecer respuestas amables, pero no percibe el tono de voz, las pausas o los silencios que comunican tanto como las palabras. No puede acompañar a una persona en crisis o con un trastorno mental
2. Posibles errores e interpretaciones incorrectas: los algoritmos pueden no detectar señales de riesgo, como la ideación suicida, o reaccionar de forma inapropiada ante expresiones ambiguas o irónicas. Un fallo de este tipo puede derivar en graves consecuencias.
3. Sesgos y desigualdades: la IA aprende de los datos con los que se entrena. Si esos datos no reflejan la diversidad cultural, lingüística o social, sus respuestas pueden ser parciales o discriminatorias.
4. Despersonalización del cuidado: la relación terapéutica no se reduce a un intercambio de información. Es un proceso de confianza, presencia y escucha activa. Sustituirlo por una interacción automatizada puede vaciar la atención emocional de su sentido humano y ético.
Tecnología con alma
La inteligencia artificial no debe entenderse como una amenaza, sino como una herramienta que puede reforzar la labor humana cuando se utiliza con ética, transparencia y supervisión. Como destaca la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), su potencial está en “complementar la atención psicológica, no en sustituirla”.
En cualquier caso, la intervención humana es irrenunciable. Solo un profesional capacitado puede valorar el contexto, la urgencia, las emociones y las condiciones personales de manera integral. La innovación tecnológica puede y debe ponerse al servicio del bienestar, pero no puede sustituir la relación humana que sostiene la salud mental.
La escucha, la empatía, la presencia y la comprensión del contexto social son elementos que ninguna tecnología puede replicar. La inteligencia artificial puede ofrecer herramientas útiles, pero el cuidado emocional sigue siendo una tarea humana, basada en la conexión, la confianza y la responsabilidad compartida.
En este Día Mundial de la Salud Mental, recordemos que el progreso no consiste solo en crear tecnologías más potentes, sino en usarlas para reforzar los lazos humanos y no para reemplazarlos. Porque ninguna innovación puede reemplazar la calidez de una voz, una mirada, un gesto o una conversación sincera.
Salud mental y voluntariado: un beneficio mutuo
El cuidado de la salud mental y los desafíos actuales que enfrenta nos afecta a toda la sociedad. Si necesitas apoyo emocional o acompañamiento psicológico, no estás sol@. Puedes acudir al apoyo de entidades como el Teléfono de la Esperanza llamando al 717 003 717 o visitando TransparenciaONG.org verás entidades que trabajan en el ámbito de la salud mental.
Llevar a cabo actividades de carácter altruista pueden mejorar, y mucho, nuestro bienestar emocional. A través del voluntariado se nos da la oportunidad de conocer otras realidades ajenas a la nuestra. Ser conscientes de las problemáticas sociales existentes, salir de nuestra zona de confort y trabajar junto a otras personas para alcanzar un bien común, son vivencias que enriquecen y nutren nuestro cuidado mental.
Así que te animamos a aportar tu tiempo, tus habilidades o tu solidaridad para que más personas encuentren apoyo. Puedes hacerlo colaborando a través de voluntariados enfocados en salud mental o explorando otras categorías que te interesen en Hacesfalta.org. Cada voluntad cuenta, y cada gesto ayuda a construir comunidades más fuertes y resilientes.
¡Pasa a la acción y creemos junt@s redes de cuidado donde nadie tenga que enfrentarse en soledad a sus emociones!
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