Las personas con un trastorno mental tenemos luchas constantes con nuestro cerebro. De estas luchas, hay una que es especialmente dura: aceptar la enfermedad. Al principio estás en proceso de negación. No nos creemos que tenemos un problema o, en mi caso, no entendía por qué me ha tocado a mí padecerlo.
Al no aceptarlo y no ver el estigma tan grande que hay, tienes miedo de decirle a tu familia o amigos, sabiendo que te dirán que te animes y que ellos también tienen días malos. Sí, esto puede pasar en algunos casos como cuando le conté a mi amiga, la cual dijo que parara de hacerme la víctima. Pero en la mayoría de casos, aunque no lo parezca, te escucharán, te ayudarán y te animarán.
A mí me costó mucho aceptar que tenía un problema, sobre todo debido al estigma que hay con los trastornos mentales. Yo no quise buscar ayuda hasta pasados un par de años desde que empecé a sufrir síntomas. No me acababa de creer lo que me pasaba y creía que lo eran simplemente unos días de estar mal. Pero los días fueron pasando y se convirtieron en meses y años, así que la única salida era aceptar lo que tenía, buscar ayuda e intentar vivir en paz con el trastorno.
Tras la fase de negación viene otra fase: creer que todo es tu culpa. La realidad es que no lo es, no has hecho nada para merecer esto, aunque tú creas que algo malo habrás hecho. En mi caso, con un trastorno bipolar, me han llegado a decir que es culpa de mis padres. La realidad es que no es culpa de nadie, por desgracia nos ha tocado ser aquella 1 de cada 4 personas que a lo largo de su vida sufrirá un problema mental. Se considera que muchos trastornos tienen origen genético, aun así, no podemos ir a buscar culpables sino que debemos intentar vivir con el trastorno que tenemos de la mejor manera posible.
Otra fase importante es aceptar que necesitamos ayuda, ya sea con medicación y/o con psicoterapia. Para mí, comenzar a tomar medicación fue el inicio de una gran batalla. Hay un estigma muy grande que rodea las pastillas para nuestras mentes, haciendo que nos sea muy difícil entender que algunas personas nos las tenemos que tomar para estar bien. Esta batalla en mi caso duró meses, pero al final conseguí entender que al igual que nos tomamos medicación si nos duele la barriga o una pierna, yo también las tengo que tomar si mi mente enferma. También es importante recordar que todo tipo de ayuda es siempre bienvenida y no podemos dejar de tenerla porque nos sentimos un poco mejor, nos sentimos mejor porque tenemos esta ayuda.
Al principio costará mucho, pero poco a poco, día tras día, irás aceptando lo que tienes sin atribuirlo a culpables. Poco a poco lo irás explicando a las personas más cercanas y serás capaz de buscar ayuda y no sentirte mal o más débil por haberlo hecho. Te puedo asegurar, y lo digo por experiencia, que uno de los retos más grandes es aceptar la enfermedad, pero lo acabarás haciendo. Sé que lo harás porque, si yo he podido, tú también puedes.
Aida Miguel
activament.org
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