La adolescencia se inicia hacia los 11 años de edad, con los cambios biológicos de la pubertad, y concluye entre los 17 y 20 años, cuando el joven consigue diferenciarse emocionalmente de sus cuidadores y sentar las bases de su identidad.
Según Russell A. Barkley, el 70 – 80% de los niños diagnosticados con TDAH continuaran manifestando síntomas en la adolescencia.
Además de los cambios y dificultades propios de esta etapa, el adolescente con TDAH tendrá que hacer frente a los desafíos que el trastorno le plantea. Estos pueden asumirse en los siguientes aspectos:
Hiperactividad o hipoactividad. Durante la adolescencia, la hiperactividad pierde fuerza, dando lugar a una inquietud más interna. Asimismo, el joven con TDAH puede mostrarse letárgico o hipoactivo durante el día y presentar un rebrote de síntomas por la tarde o la noche. A veces tiene dificultades para dormirse debido al bombardeo de pensamientos que experimenta cuando se tumba en la cama.
Impulsividad. La escasa capacidad de reflexión convierte a los adolescentes con TDAH en jóvenes «actuadores» que olvidan pensar en las consecuencias de sus actos. Estos comportamientos impulsivos pueden comprometer la integridad, tanto física como psicológica, del joven protagonista.
La evolución del trastorno es una de las cuestiones que más inquietud genera en las familias.
Hasta finales de los años setenta del siglo XX no se contemplo la posibilidad de que el TDAH persistiera también en la edad adulta. Los estudios indican que no todos los niños con TDAH van a presentar problemas derivados. Se considera que sobre un 50% de los niños manifestaran el trastorno en la edad adulta.
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