El Periódico de la Psicología. 23.09.2025. Barcelona. www.elperiodicodelapsicologia.info
Cuando el alma duele, el cuerpo grita: cómo una emoción no gestionada puede enfermarnos.
“Lo que no se expresa con palabras, el cuerpo lo expresa con síntomas.” – Carl Gustav Jung.
Vivimos en una época en la que hablar de salud mental ya no es un tabú, pero aún queda camino por recorrer para entender en profundidad cómo nuestras emociones no solo afectan nuestra mente, sino también nuestro cuerpo. ¿Puede una emoción no gestionada enfermarnos? La ciencia y la psicología clínica coinciden cada vez más en que sí, y qué ignorar nuestras emociones puede tener un coste físico profundo.
Este artículo se sumerge en la relación íntima entre nuestras emociones no expresadas y la salud física, y propone una mirada integradora: científica, humana y compasiva.
La emoción: energía que busca moverse.
Las emociones no son simples reacciones. Son respuestas neurobiológicas, profundamente enraizadas en nuestra evolución, que nos preparan para responder al entorno: atacar, huir, acercarnos, protegernos o pedir ayuda.
Cada emoción genera una activación en el cuerpo: el corazón se acelera con el miedo, la ira activa la musculatura, la tristeza nos lleva al recogimiento. Esta activación debe encontrar un canal de expresión, un lugar seguro para sentirse, procesarse y disolverse.
Cuando reprimimos, evitamos o negamos nuestras emociones, esa energía no desaparece: se transforma.
Y no siempre de manera saludable.
Del silencio emocional a la enfermedad psicosomática.
El término psicosomático no significa «imaginario» o «inexistente». Significa que un síntoma físico tiene un origen emocional o psicológico.
Estudios en neurociencia y psiconeuroinmunología muestran cómo el estrés emocional crónico puede:
Alterar el sistema inmunológico (haciendo al cuerpo más vulnerable a enfermedades).
Provocar inflamación persistente (vinculada a enfermedades autoinmunes).
Afectar la salud cardiovascular (aumentando la presión arterial o el riesgo de infartos).
Desencadenar trastornos digestivos (colon irritable, gastritis, úlceras).
Influir en procesos hormonales (ciclos irregulares, fatiga crónica, etc.).
Esto no significa que todas las enfermedades tengan un origen emocional, pero sí que nuestras emociones son un factor de riesgo o de protección poderoso. Como diría el doctor Gabor Maté, «la represión emocional tiene un precio corporal».
Casos reales: lo que la consulta enseña
Una mujer que nunca permitió su tristeza por una pérdida, y empezó a padecer migrañas crónicas.
Un hombre que reprimía su ira desde la infancia, y desarrolló problemas digestivos graves.
Una joven que no se permitía sentir miedo, y sufría insomnio severo durante años.
Estos casos (y muchos otros) reflejan una verdad que trasciende lo clínico: cuando las emociones no encuentran una vía, el cuerpo se convierte en su portavoz.
Escuchar al cuerpo como brújula emocional
En lugar de ver al síntoma físico como un enemigo, podemos aprender a verlo como un mensaje. No se trata de reemplazar la medicina, sino de integrarla con una mirada más humana y profunda.
¿Qué me está queriendo decir este dolor?
¿Qué parte de mí necesita ser atendida, reconocida o abrazada?
¿Qué emoción me estoy prohibiendo sentir?
Estas preguntas abren la puerta a un tipo de sanación que va más allá del alivio físico: una sanación del alma.
Camino hacia la integración emocional
La buena noticia es que podemos aprender a gestionar nuestras emociones.
Algunas claves incluyen:
Psicoterapia integradora: Un espacio seguro donde explorar y liberar emociones.
Mindfulness y meditación: Para cultivar la observación sin juicio.
Escritura terapéutica o expresión artística: Para que la emoción fluya.
Escucha activa del cuerpo: A través de técnicas como la bioenergética o la terapia somática.
Y sobre todo, cultivar una actitud de autocompasión: reconocer que sentir no es debilidad, sino humanidad.
Conclusión: hacia una salud que incluya el alma.
La salud no es solo la ausencia de enfermedad, sino un estado de armonía entre cuerpo, mente y emoción. Una sociedad emocionalmente más consciente será también una sociedad más saludable.
En EL PERIÓDICO DE LA PSICOLOGÍA creemos que el futuro de la psicología pasa por esta integración profunda, donde la emoción no es un obstáculo, sino una brújula hacia el bienestar.
«El cuerpo tiene su propia sabiduría. Escucharlo puede ser el comienzo de la verdadera sanación.»
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