La sexualidad constituye una de las necesidades básicas de la experiencia humana, sin embargo, ciertas enfermedades o problemas de salud como la epilepsia y la demencia, pueden provocar daños a las partes del cerebro que controlan la conducta sexual. Con respecto a las personas de edad avanzada que tienen demencia, aunque es menos común que otros problemas de comportamiento asociados como la agresión y la agitación, se ha informado que el deterioro cognitivo, el empeoramiento del juicio y los cambios en la personalidad son los factores que contribuyen en la actitud y los cambios del comportamiento sexual.
A pesar de que la apatía y la indiferencia frente al sexo suelen ser los comportamientos más comunes entre los adultos mayores, también se ha encontrado que el 7 % de los pacientes que padecen de Alzheimer, pueden llegar a exhibir un comportamiento sexual inapropiado, también conocido como conducta sexualmente desinhibida o hipersexualidad, que puede manifestarse a través de cambios en el apetito y las capacidades sexuales como comportamientos impulsivos, indiscriminados e invasivos, marcados por la aparente pérdida de control y posiblemente incitados por estímulos ambientales o por la proximidad de un compañero sexual; también pueden manifestarse cambios en las preferencias sexuales, como por ejemplo dirigir conductas de cortejo o afectivas hacia personas equivocadas (De Medeiros et al.,2008).
Hipersexualidad en los adultos mayores
El tema de la hipersexualidad en los adultos mayores suele ser un tema bastante complejo, debido a que socialmente se tiene la idea errónea de que estos ya no están interesados en el sexo o tienen un comportamiento sexual íntimo; además, un comportamiento puede ser sexualmente inapropiado para una persona, pero no serlo para otra. Por lo anterior, es muy importante estar atentos a la hora de valorar un comportamiento en un adulto mayor, ya que en muchas ocasiones una conducta sexual normal puede ser malinterpretada como hipersexual, cuando no lo es.
En el caso de las personas con demencia, una conducta puede interpretarse como sexual aun cuando el comportamiento tiene un significado no sexual para el enfermo (Meredith Wallace). Por ejemplo, desvestirse en público o tocarse los genitales puede ser interpretado como hipersexual, cuando el comportamiento real puede ser el resultado de dolor, malestar, hipertermia o intentos de liberarse de un ambiente restringido.
¿Cuáles son los comportamientos sexuales inapropiados que muestran las personas con demencia?
La conducta sexual inapropiada, sigue siendo uno de los problemas de comportamiento menos entendidos y más difíciles de tratar en personas con demencia, no solo porque una conducta sexual inapropiada depende en gran medida de cada observador y del contexto en el cual se presente, sino también por la complejidad que se genera con respecto a cuándo y con qué frecuencia deben considerarse como inapropiados o anormales estos comportamientos sexuales.
Así pues, para unificar un poco los criterios, se propone tener presente la definición que plantean Johnson C, Knight C y Alderman N., en el momento de juzgar una conducta sexual inapropiada o hipersexualidad: “Un acto verbal o físico de naturaleza sexual explícita o percibida, que es inaceptable dentro del contexto social en el que se lleva a cabo”. Dentro de los actos inapropiados se pueden tener en cuenta explícitamente los siguientes:
Conversaciones sexuales: es la más común e implica el uso de un lenguaje inapropiado que no es consistente con la personalidad premórbida del paciente.
Actos sexuales: incluyen tocar, agarrar, exponer o masturbarse en áreas privadas o públicas.
Actos sexuales implícitos: incluyen leer abiertamente material pornográfico o solicitar atención genital inusual o innecesaria.
¿Cómo manejarlos?
El comportamiento sexual inapropiado en los pacientes con demencia puede llegar a generar resultados perjudiciales, que afectan tanto a los pacientes como a quienes los rodean de una manera particularmente intensa, especialmente a los cuidadores. A continuación, se plantean tres intervenciones a tener en cuenta:
Evaluación cuidadosa y documentada de los comportamientos
Donde se pueda hacer una diferenciación clara de las conductas sexuales inapropiadas sobre las que son normales y naturales del paciente. Establecer una definición clara y precisa permitirá definir la mejor estrategia de intervención y adaptarla de forma concreta para cada paciente.
En muchos casos, se puede valorar el uso de medicamentos debido a la facilidad de administración y la eficiencia percibida. Dentro del tratamiento farmacológico, se ha encontrado que los antidepresivos deberían ser el tratamiento de primera línea, ya que las investigaciones han demostrado que la depresión y el delirio ocurren comúnmente con el comportamiento hipersexual; se pueden administrar, por ejemplo: inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina o antidepresivos tricíclicos.
Otras clases de medicamentos que también se ha informado que son útiles, incluyen los neurolépticos, ya que reducen la dopamina y los estabilizadores del ánimo. También se ha reportado que la cimetidina tiene propiedades antiandrógenas, debido a que disminuye la libido y el comportamiento hipersexual sin efectos secundarios graves.
Intervenciones no farmacológicas
Debido a que el tratamiento farmacológico entre los adultos mayores siempre conlleva la posibilidad de resultados adversos de medicación, las intervenciones no farmacológicas deben ser la primera línea de tratamiento para el comportamiento sexual inapropiado o la hipersexualidad.
Las distracciones y el entorno pueden ayudar
En el caso de que un paciente en un contexto determinado muestre de manera recurrente una conducta sexual inapropiada, se podría plantear la hipótesis de que esos comportamientos pueden ser provocados por factores situacionales, como un estímulo excesivo o insuficiente, o por la participación en actividades que pueden ser confusas. Aquí, por ejemplo, se podría hacer una modificación de las señales sociales que se está malinterpretando; hacer esta modificación generalmente conduce a una reducción de la frecuencia e intensidad de la conducta sexual inapropiada. Por tanto, detectar cuáles son los factores precipitantes y eliminarlos, brinda la oportunidad de aliviar los impulsos sexuales.
La distracción con otras actividades, puede ser una técnica muy útil para algunos pacientes. Estas podrían ser algunas soluciones prácticas:
Utilizar prendas que se abran en la espalda para que no se la puedan quitar fácilmente.
Realizar actividades que involucren las manos para minimizar la caricia o la masturbación pública.
Tener mascotas para saciar las necesidades de compañía y de afecto.
¿Qué pueden hacer los Cuidadores?
Una parte casi obligada del tratamiento no farmacológico les compete a los cuidadores. Es muy importante que estos se eduquen o busquen quién los pueda asesorar con respecto a las conductas sexuales inapropiadas que se presentan en la demencia, que examinen sus propios valores y que exploren sus propias actitudes con respecto a la sexualidad y el envejecimiento.
Por otra parte, las personas con demencia que muestran comportamientos sexuales inapropiados suponen un riesgo para la seguridad de las personas que rodean al paciente (Alagiakrishnan et al., 2005), especialmente para los cuidadores, ya que pueden llegar a intentar forzar el mantenimiento de relaciones sexuales con ellos, con el consecuente impacto psicológico que estas experiencias pueden llegar a generarles. A este respecto, podría ayudar el tener cuidadores del mismo sexo, ya que esto podría ayudar a que la conducta no se presente, o llegado el momento a que el cuidador pueda defenderse. A este respecto, también sería importante valorar si la conducta sexual inapropiada se presenta durante la provisión de cuidados como por ejemplo en el momento del aseo, y por el cual él enfermo se siente atraído; si este es el caso, se podría reducir la conducta cambiando al cuidador por otro del sexo opuesto o por alguien completamente distinto.
Debido a que la gran mayoría de los cuidadores de personas con demencia son mujeres y/o la pareja del enfermo, una alternativa que puede ayudar sería asistir a psicoterapia de apoyo o programas de educación sexual donde puedan aprender técnicas que les ayuden a mejorar sus habilidades para afrontar estos comportamientos y diseñar estrategias para reducirlos, pero sin olvidar que también es importante promover la expresión sexual adecuada del enfermo.
Dra. María Nancy Castrillón
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