Cuidado y manejo de las conductas agresivas en las personas con Demencia

Las conductas agresivas no solo representan un peligro para los propios pacientes con demencia, sino que también afectan negativamente la calidad de vida de los cuidadores, ya que contribuyen al agotamiento y al incremento de la carga en los cuidadores.

Los elementos desencadenantes de la agresión, se asocian con dos factores:
Factores internos
Depresión
Psicosis
Dolor
Factores externos
Sobrecarga del cuidador
Estimulación social
Calidad de la relación cuidador-paciente
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Con respecto a la depresión, se ha encontrado que los pacientes con demencia y más síntomas depresivos y con mayor deterioro en las actividades de la vida diaria son más propensos a exhibir un comportamiento agresivo.

Con respecto a la psicosis, se ha encontrado una asociación entre los delirios e identificaciones erróneas, con al menos un episodio de agresión física, siendo más comunes los delirios persecutorios, específicamente los temas de sospecha, robo, amenazas y daño corporal.

Las situaciones que involucran el cuidado personal, principalmente todo lo que esté relacionado con la higiene personal y otras actividades de cuidado personal (Cipriani, et al., 2011), son los detonantes más frecuentes del comportamiento agresivo en las personas con demencia, lo que sugiere que el paciente malinterpreta dicho cuidado como una violación e intrusión a su espacio personal (Somboontanont, et al., 2004).

Con respecto a lo anterior, se ha confirmado que cuando las personas con demencia están siendo bañadas o duchadas tienen más probabilidades de reaccionar agresivamente, si sus cuidadores se:

Comunican de forma negativa con ellos.
Invalidaban su experiencia.
Lo hacen demasiado rápido o de manera irrespetuosa.
No proporcionan ninguna indicación verbal antes de rociar agua.
Con respecto al sexo, se ha demostrado que la agresión en la demencia es más común en los hombres que en las mujeres ingresadas en los servicios psiquiátricos para pacientes geriátricos.

Por otra parte, se ha sugerido que el comportamiento agresivo en las personas con demencia refleja los rasgos de personalidad premórbidos, es decir, que las personas con demencia que tiene antecedentes de trastornos de conducta son más propensas a ser agresivas con sus cuidadores (O´Leary, et al., 2005). Además, una relación social premórbida entre paciente y cuidador es un predictor de agresión, encontrándose que los pacientes ancianos con demencia tienen niveles significativamente más altos de agresión física contra sus parejas que los pacientes sin demencia (O´Leary, et al., 2005).

Intervención o manejo
Antes de introducir una intervención, debe identificarse el problema o los síntomas conductuales, y estos deben cuantificarse en términos de frecuencia y gravedad.

La evaluación de las conductas agresivas debe comenzar con la recopilación de un historial completo, el cual debe incluir información lo más detallada posible sobre las alteraciones del comportamiento, el estado mental y, además exámenes físicos pertinentes.

Los datos de laboratorio y los estudios de neuroimagen también son necesarios para descartar causas médicas subyacentes de las conductas agresivas, como el delirio.

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Primero deben abordarse las causas que los precipitan, especialmente las que sugieren problemas médicos o de salud física como:
La deshidratación
Las infecciones urinarias
Las infecciones torácicas o pulmonares
Las infecciones dentales
El dolor.
Las experiencias dolorosas, particularmente de aflicción extrema, son importantes en el desarrollo de la agresión, pero principalmente, pueden estar indicando un problema potencialmente mortal (Hansen, et al., 2020).

También deben evaluarse otras causas subyacentes que estén desencadenando el comportamiento agresivo como:
El hambre
La sed
El consumo de drogas, incluido el alcohol y la cafeína
Con respecto a los cuidadores, es importante que los objetivos del cuidado se negocien con el enfermo, obviamente cuando esto sea posible, ya que el comportamiento agresivo, a menudo no se puede eliminar por completo o reducirse a niveles tolerables o aceptables.

También es importante que los cuidadores asistan a cursos de formación y educación sobre el proceso de la enfermedad y sus manifestaciones. Del mismo modo, puede resultarles útil, unirse a grupos de apoyo y tener conversaciones con personal médico que esté especializado sobre la enfermedad de Alzheimer y otras demencias relacionadas.

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Intervenciones prácticas
Las personas con demencia son particularmente sensibles a los factores que provocan estrés dentro de su entorno físico, lo que los puede llevar a reaccionar con conductas desafiantes como la agresión; por esto es muy importante hacer intervenciones que estén enfocadas en armonizar el ambiente o el entorno físico como, por ejemplo, colocar música que le agrade y relaje al enfermo, decorar el espacio con colores o muebles que estén de acuerdo con los gustos del enfermo. Con respecto a los cuidados de higiene personal, se ha encontrado que el comportamiento agresivo, se puede reducir proporcionando un ambiente relajante y reconfortante dentro del baño (Calkins, 2002), o sustituyendo el baño en la cama por la bañera o la ducha.

Tratamiento farmacológico
El haloperidol se ha utilizado con efectos secundarios aceptables en el tratamiento de los trastornos conductuales de la demencia; sin embargo, se debe usar por periodos cortos, generalmente días, y en dosis bajas; y después debe cambiarse a otro fármaco, como un antipsicótico atípico (Cipriani, et al., 2011).

Los antipsicóticos atípicos tienen un efecto beneficioso modesto, pero significativo en el tratamiento a corto plazo de la agresión, sin embargo, los beneficios a más largo plazo son limitados. Como medicamentos alternativos a los antipsicóticos atípicos, se encuentra el citalopram, el cual está indicado tanto para la agresión como para la agitación.

Cuando la agresión se debe a comportamientos psicóticos, se recomienda el uso de agentes anticonvulsivos, como el valproato o la carbamazepina, demostrándose que son efectivos y bien tolerados (Sival, et al., 2002).

La base de los comportamientos agresivos o las conductas agresivas en la demencia es, presumiblemente, una desregulación neurobiológica, y los factores ambientales pueden conducir a la exacerbación de los síntomas, por tanto, el abordaje y las intervenciones deben ser multifactoriales, y teniendo, siempre como base, las circunstancias particulares de cada individuo y de cada familia.

Por: Dra. María Nancy Castrillón
www.nancycastrillón.com

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