Del autocuidado hacia el amor propio o viceversa

El autocuidado es la práctica de actividades relacionadas con la salud en las que los individuos participan para adoptar un estilo de vida más saludable (Acton & Malathum, 2000; Lipson & Steiger, 1996). No obstante, desarrollar un estilo de vida en el cual se incluyan actividades que conduzcan al mantenimiento de la salud y el bienestar, requiere tiempo y esfuerzo, que muchas veces no tenemos porque el trabajo y las responsabilidades familiares ocupan la mayor parte de nuestro tiempo.

Es importante recordar que sacar tiempo para cuidar de nosotros mismos es también otra manera de amarnos. ¿Significa lo anterior que si no me cuido no me quiero?, o ¿si no me quiero no me cuido? No necesariamente, porque podemos amarnos muchísimo, o ser muy responsables en nuestro trabajo, pero a su vez no cuidar de nuestras relaciones familiares, nuestra pareja y nuestros hijos; o no ser conscientes de que tenemos la responsabilidad de cuidar nuestro bienestar físico y mental. Por tanto, no sirve de mucho querernos mucho y no hacernos cargo de nuestra propia salud; o por el contrario, cuidar mucho nuestra salud física y olvidar otras áreas, como la mental y emocional.

El amor propio como estilo de vida
Así pues, el objetivo que debemos intentar alcanzar es poder armonizar el autocuidado con el amor propio, de tal manera que ambos se manifiesten en un estilo de vida saludable, que abarque lo siguiente:

La responsabilidad de nuestra propia salud.
El cuidado de nuestro cuerpo y nuestra mente.
El cuidado de nuestras relaciones interpersonales.
La autorregulación de nuestras emociones.
El crecimiento espiritual.
El manejo del estrés.
Cuidar de ti para poder cuidar de otros
Al igual que plantean Burkhardt & Nagai-Jacobson (2001), cultivar y cuidar al ser requiere que seamos capaces de identificar la falta de armonía en cualquier esfera: cuerpo, alma, mente, emociones y relaciones; y luego trabajar para restablecer la armonía o el equilibrio, de tal manera que redunde en mejorar nuestro estado de salud en general.

Por otro lado, no podemos olvidar que si tenemos un buen estado de salud gracias a nuestro autocuidado, también podremos cuidar mejor de aquellas personas que nos necesitan o que dependen de nosotros, como la familia y los hijos. En relación con lo anterior, hay una extensa literatura que sustenta que las personas que descuidan sus propias necesidades y autocuidado, tienen un mayor riesgo de sufrir niveles más profundos de infelicidad, baja autoestima, sentimientos de ira, resentimiento y de enfermar con más facilidad. En consecuencia, eso les impide ejercer de una manera adecuada sus actividades de cuidador.

¿Cómo podemos cuidar de nosotros mismos?
Tomarnos el tiempo para cuidar de nosotros mismos, no solo es un recordatorio de que nuestras necesidades son importantes, sino que también nos ayuda a valorarnos y sentirnos bien con quienes somos, así como conseguir una buena salud en general. Para conseguir lo anterior, es importante realizar actividades físicas y tener una nutrición saludable y balanceada; ya que un estilo de vida saludable puede prevenir muchas enfermedades o retrasar la aparición o la gravedad de las enfermedades ya existentes.

También es importante descansar bien, ya que si regularmente nos quedamos sin dormir, nuestra concentración y capacidad productiva se ve afectada y nuestros niveles de energía disminuyen. También es fundamental hacer cosas divertidas en nuestro tiempo libre, ya que estas compensarán el estrés que experimentamos en nuestra vida diaria, al igual que pasar tiempo con los miembros de nuestra familia y amigos ayudará a que nos sintamos cuidados y protegidos y también permitirá que se incremente nuestro bienestar personal y social.

“EL MEJOR REGALO, ERES TÚ”
Autocuidado y autoestima
Con respecto al amor propio, no podemos olvidar que va enlazado con el autocuidado, por eso es muy importante cuidar también de nuestra autoestima. Para poder conseguirlo, primero debemos hacer lo que muy bien dice el psiquiatra Luis Hornstein, que es dirigir nuestra mirada hacia nosotros mismos y hacernos preguntas vitales por muy incómodas o desagradables que estás puedan llegar a ser: ¿Quién soy?, ¿Cuáles son mis cualidades?, ¿de qué soy capaz?, ¿Cuáles son mis éxitos y mis fracasos, mis habilidades y mis limitaciones?; ¿Cuánto valgo para mí y para la gente que me importa?, ¿merezco el afecto, amor y respeto de los demás o siento que no puedo ser querido, valorado y amado?; ¿siento una brecha enorme entre lo que quisiera ser y lo que creo que soy?, qué puedo hacer por mí mismo?

Con base en las respuestas que obtengamos debemos, llevar a cabo las acciones que consideremos necesarias para restablecer la armonía o el equilibrio, como el desarrollo de habilidades mentales y emocionales que promuevan el bienestar de nuestro cuerpo, mente, espíritu y emociones. Para esto puede ser útil tener en cuenta los componentes que propone, como los siguientes:

Creer en las capacidades para actuar con eficacia en el logro de las metas.
Estar satisfecho con la forma de actuar.
Tomar decisiones y perseverar en ellas.
Tener una mirada benevolente hacia uno mismo.
Lograr una imagen aceptable de sí mismo.
Evaluar logros y relaciones afectivas en función de los proyectos personales.

Observemos nuestros pensamientos y sentimientos
Todos tenemos una idea de nosotros mismos y de nuestro valor, por esta razón es tan importante observar como son nuestros pensamientos y sentimientos, pues estos son los que nos protegen frente a las adversidades de la vida. Además, está demostrado que la calidad de nuestros pensamientos y emociones puede hacernos más vulnerables para contraer enfermedades e influenciar el curso y pronóstico de las mismas. Por ejemplo, hay estudios donde han asociado el optimismo, un sentido de control personal y la habilidad para encontrar significado a las experiencias de la vida, con una mejor salud mental y una mejor salud en general (Seligman, 1998).

Por otra parte, es cierto que cuando nos sentimos merecedores de amor y respeto, esto conlleva a que prestemos más atención y pongamos en práctica diversas actividades de autocuidado que nos beneficien y aumenten nuestro estado de salud y bienestar.

Así pues, no debemos olvidar que el autocuidado y el amor propio son dos sistemas que se influencian mutuamente, y que la salud implica no solo el autocuidado del cuerpo, sino también de la mente, las emociones, el espíritu y los vínculos afectivos.
Dra. María Nancy Castrillón
nancycastrillon.com

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