Serán las prisas y las ganas de sentirnos útiles, la velocidad a la que vamos todos y la falta de profundidad en algunos casos… Lo cierto es que una parte importante de nuestras conversaciones parecen escenarios líquidos poco propicios para cultivar la capacidad de escuchar de manera genuina y profunda.
La escucha activa es una habilidad esencial para las personas que nos dedicamos al acompañamiento, ya que permite entender verdaderamente a las personas y sus circunstancias, identificar sus necesidades y poder ofrecer el apoyo adecuado.
De hecho, la importancia de la escucha trasciende el ámbito profesional y se extiende a todas nuestras relaciones humanas.
Tipos de escucha
Existen varios tipos de escucha que se pueden practicar, cada uno con sus propias características y propósitos, que recogemos aquí muy brevemente:
La escucha activa es una de las más importantes y se centra en prestar atención completa al hablante, mostrando interés y empatía sin interrumpir.
La escucha pasiva, en contraste, implica simplemente oír sin realmente prestar atención o interactuar. La escucha selectiva ocurre cuando solo se oyen ciertas partes de la conversación, generalmente aquellas que confirman nuestras propias creencias o intereses.
La escucha reflexiva, por otro lado, implica no sólo comprender lo que se dice, sino también reflexionar y devolver lo escuchado para asegurar una correcta interpretación.
La escucha consciente, finalmente, mi preferida, es la actitud que se basa en dar un paso atrás de uno mismo, de las ideas, creencias incluso juicios, situarse como el ser que escucha, no como la persona con nombre y apellidos y circunstancias, desde ahí lo llamamos “egoless” o sea libre de ego, dejando la mente a un lado y desde ese lugar, la escucha es consciente, presente y a disposición plena para acompañar, escuchar, dejar espacio y silencio, encontrar preguntas poderosas y lo que sea oportuno.
Cada tipo de escucha tiene su lugar y momento, pero en el contexto de la terapia y las relaciones personales, la escucha activa y reflexiva son especialmente valiosas para fomentar una comunicación efectiva y significativa.
La Escucha en el acompañamiento y terapia
Para los profesionales de la salud mental y el bienestar emocional, la escucha activa es piedra angular de una práctica efectiva. La capacidad de prestar atención plena a los pacientes, sin interrupciones ni juicios, crea un espacio seguro y confiable donde pueden expresar sus pensamientos y emociones. Esta práctica no solo facilita la comprensión profunda de los problemas del paciente, sino que también fomenta una relación terapéutica basada en la empatía y la confianza. La escucha activa permite captar matices en el discurso del paciente, identificar patrones y abordar cuestiones subyacentes que podrían pasar desapercibidas con una escucha superficial.
La escucha en nuestras relaciones como seres sociales
Fuera del ámbito profesional, la escucha es igualmente vital en nuestras relaciones cotidianas. En la dinámica familiar, por ejemplo, padres que escuchan activamente a sus hijos promueven un ambiente de respeto y comprensión, lo que fortalece los vínculos afectivos. En las relaciones de pareja, escuchar sin interrumpir y sin prejuicios permite resolver conflictos de manera más efectiva y profundizar en la conexión emocional.
En la amistad y en el ámbito laboral, la capacidad de escuchar a los demás con atención y empatía mejora la calidad de las interacciones y contribuye a un ambiente más colaborativo y armonioso. Actualmente, muchas veces escuchamos para responder en lugar de escuchar para comprender, lo que limita nuestra capacidad de conectarse verdaderamente con los demás.
“Escuchar para comprender”
Theodor Zoltin reflexionaba así: «La mayoría de las personas no escuchan con la intención de entender; escuchan con la intención de responder.» Esta frase resalta una realidad común en la comunicación diaria. La tendencia a preparar nuestra respuesta mientras el otro habla nos priva de la oportunidad de comprender realmente su mensaje y sus emociones. Practicar la escucha activa implica silenciar nuestro diálogo interno y centrarnos completamente en la persona que tenemos enfrente.
Beneficios de la escucha en una conversación cotidiana
La escucha activa juega un papel crucial en la comunicación efectiva y en la construcción de relaciones saludables y asertivas. Al prestar atención completa y sincera a la otra persona, se fomenta un entendimiento mutuo que minimiza malentendidos y evita la violencia verbal, el victimismo y los reproches. Este tipo de escucha permite validar los sentimientos del interlocutor, mostrando empatía y respeto, lo que fortalece los lazos y crea un ambiente de confianza y apoyo. Al enfocarnos en entender verdaderamente a los demás, en lugar de simplemente esperar nuestro turno para hablar, promovemos un diálogo constructivo que facilita la resolución de conflictos de manera pacífica y equitativa.
La capacidad de escuchar de manera activa y empática es crucial tanto en el ámbito profesional de la psicología como en nuestras relaciones personales. En un mundo donde la comunicación efectiva es esencial para el bienestar y la conexión humana, la escucha activa emerge como una habilidad indispensable. Al cultivar esta práctica, no solo mejoramos nuestras interacciones profesionales, sino que también enriquecemos nuestras relaciones personales, creando un entorno más comprensivo y solidario.
Por: Sandra Gali. Coach, periodista, Hipnóloga, Humanista.
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