Manifiesto de una mente divergente en la era de las máquinas
La inteligencia artificial ha llegado sin pedir permiso. No esperó a que la entendiéramos. No pasó por las élites académicas. No exigió doctorados ni certificados. Simplemente apareció en nuestros teléfonos, en nuestras búsquedas, en nuestros flujos de trabajo.
Y aunque nos prometieron que sería la gran igualadora, lo que ha hecho es distinto: ha revelado.
Revela cómo pensamos. Qué buscamos. Qué preguntas hacemos. Y sobre todo: qué hacemos con una herramienta que puede hacerlo casi todo, menos pensar por nosotros.
Ahí es donde nace esta voz. Esta mirada. Este seudónimo: Kassiane Descartes. Porque esta no es solo una opinión. Es un comienzo. Una mirada neurodivergente que se alía con la tecnología no para rendirse a ella, sino para exigirle más. Para exigirnos más.
No es el acceso. Es el enfoque.
Todos tenemos acceso a la misma IA. Pero no todos hacemos lo mismo con ella.
La diferencia no está en la herramienta, sino en el piloto. En la dirección. En el tipo de mente que se conecta con esta tecnología como si fuera una extensión de su caos, de su intuición, de su velocidad mental.
Ahí entramos los neurodivergentes. No como víctimas de un sistema, sino como pioneros de una nueva simbiosis. Donde antes nos decían «piensa más lento», ahora la IA piensa con nosotros. Donde antes el torbellino mental era ruido, ahora se convierte en código, en texto, en forma.
La IA no nos sustituye. Nos traduce. Nos acompaña en la coreografía del pensamiento, donde la mente se dispersa y la máquina lo estructura.
Una nueva meritocracia: la de la mirada
En esta era, lo que importa no es cuánto sabes, sino qué ves. Qué conexiones haces. Qué preguntas sabes formular. Cuánto espacio puedes abrir para otros. Esa es la nueva competencia.
Por eso, las mentes divergentes tienen ventaja. Porque están hechas para ver patrones que otros no ven. Para mezclar ideas que otros no cruzan. Para romper estructuras sin miedo.
Y eso no es solo creatividad. Es estrategia. Es una forma de conocimiento que no encaja en los moldes tradicionales, pero que hoy, gracias a la IA, tiene una herramienta a su altura.
Es una forma de justicia inesperada. Personas penalizadas durante años por no encajar en estructuras rígidas encuentran ahora una tecnología que se adapta a su ritmo, no al revés. Y eso cambia las reglas del juego.
Kassiane Descartes no es un personaje. Es una declaración. Un punto de vista. Un método.
La IA no nos iguala. Nos revela. Nos obliga a mirar dentro. A decidir quiénes somos cuando el conocimiento ya no es escaso, pero el criterio sí.
Y si esto es el comienzo de algo, que lo sea desde aquí:
Powered by AI. Driven by neuro-divergence.
En 2007, el iPhone marcó el inicio de la era del criterio. En 2022, con la llegada de las primeras IAs de uso masivo, esa era se consolida. El acceso ya no es el reto. Lo es la interpretación.
Próximo artículo: La era del criterio. Cuando saber ya no basta.
Continuará…
Kassien Descartes.