Depresión y ansiedad en los jóvenes por el uso de la pantallas digitales

Diversas estimaciones en la población estadounidense indican que la prevalencia de por vida de los trastornos depresivos o de ansiedad en los adolescentes es de 11.7 y 31.9%, respectivamente (Merikangas et al., 2010), pero la incidencia de depresión subclínica y niveles de ansiedad es mucho mayor. Así mismo, la depresión y la ansiedad en los jóvenes, incluso en niveles inferiores al umbral de un diagnóstico psiquiátrico, aumentan el riesgo de suicidio, abuso de sustancias, obesidad, peor desarrollo social y peor rendimiento académico (Zink et al., 2020).

También se ha informado que, en comparación con los niños, los adolescentes muestran tasas significativamente más altas de síntomas de internalización, como:
La depresión
La ansiedad
El retraimiento social
Los problemas físicos o somáticos
Así mismo, se ha informado que los jóvenes adolescentes pertenecientes a minorías étnicas y los que experimentan desventajas socioeconómicas, por ejemplo, pobreza o educación parental limitada, tienen un riesgo más elevado de trastornos depresivos y peor salud mental (Perrino et al., 2019).

El uso de pantallas como mirar televisión, jugar videojuegos, navegar por Internet, usar las redes sociales o los dispositivos móviles como el uso del teléfono y el envío de mensajes de texto, es omnipresente entre los niños y adolescentes, debido a la creciente disponibilidad y el entretenimiento digital amigable que se promociona a cada instante tanto para los jóvenes como para los adultos; pero más preocupante es la alta prevalencia del uso de la tecnología en la infancia y la adolescencia (Zink et al., 2020).

Según un estudio del Journal of Social and Clinical Psychology (2018), más de 30 minutos en las redes sociales es nocivo para la salud mental, por esto no es de extrañar que el uso de las pantallas esté ocasionando diferentes problemas de salud mental en la población en general, pero muy especialmente entre los jóvenes. Con respecto a esto, se han encontrado asociaciones entre niveles más altos de síntomas depresivos y angustia psicológica, problemas en el comportamiento social e implicaciones para la salud mental en los jóvenes y el tiempo que pasa frente a una pantalla (Costigan et al., 2013).

El tiempo del uso de la pantalla, por ejemplo, de más de dos o tres horas diarias se ha correlacionado con una peor salud mental, como un menor bienestar psicológico, síntomas depresivos, baja autoestima, y falta de apoyo social, especialmente en las niñas o adolescentes. Pero, es que también se ha informado que los síntomas de salud mental aumentan el tiempo de uso posterior de las pantallas digitales (Gunnell et al., 2016), y en consecuencia la exacerbación de los problemas de salud mental previos y la posible manifestación de otros.

Con respecto al tipo de pantalla y su uso especifico, se ha encontrado que la utilización del computador por razones instrumentales, como el trabajo escolar o el correo electrónico, no está asociada con un aumento de los síntomas de depresión en los jóvenes. De igual manera, también se ha encontrado que ver televisión tiene menos efectos perjudiciales para el bienestar emocional de los jóvenes, que el uso de otro tipo de pantallas. Por ejemplo, se ha encontrado que ver televisión no se asocia con síntomas depresivos, en comparación con usar la pantalla para los videojuegos o navegar por internet. Además, el entorno en línea puede ser especialmente hostil para las adolescentes, en comparación con los niños, las cuales han informado haber estado más expuestas a contenido en línea negativo no intencional, como contenido sexual, o intencional como el ciberacoso o cyberbullying (Zink et al., 2020).

De igual manera, el uso pasivo de las redes sociales, el monitoreo de la vida de los demás al ver el contenido de sus perfiles, puede aumentar la susceptibilidad a los síntomas de internalización; ya que favorece los sentimientos de inferioridad a través de la comparación social ascendente, los sentimientos de soledad percibida y los síntomas de depresión y ansiedad.

Se recomienda a los padres que desarrollen pautas, mecanismos, restricciones o planes de uso familiar de los medios de manera individualizada para la etapa de desarrollo, las necesidades y la situación de cada niño y adolescente. Se resalta que estas pautas deben evaluar no solo la cantidad de tiempo frente a la pantalla, sino también el contenido, el contexto y la calidad del uso de los medios.
Dra. María Nancy Castrillón
www.nancycastrillon.com

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