¿No tienes la sensación de que nos estamos cargando la impredecibilidad de la vida?
Todo está controlado y todo queremos controlarlo.
Te cuento algo:
Ayer estuve escalando en una de las paredes de roca más conocidas del valle. Yo no había estado aún… pero entendí su fama: vistas preciosas y escalada muy disfrutona.
Subí con un amigo 100 metros de montaña por esa pared.
Y allí arriba me quedé observando un rebaño de ovejas que se veía en los pastos, por debajo de nosotros.
La blancura de la mayoría de las ovejas hacía contraste con el fondo verde fresco de los pastos de la alta montaña.
Otras eran motas negras que resultaban sobre las demás.
Y todas avanzaban por los prados en una misteriosa formación algo caótica, pero con los límites muy claros.
El marco era un cielo azul y una luz especial que solo se ve a esa altitud.
Me quedé allí admirando aquello.
Y conecté. O más bien, la conexión apareció.
Y lo hizo por un motivo: porque yo no estaba controlando nada.
No esperaba encontrar nada así. Sucedió.
Igual que la escalada de ese día: no tenía ni idea de si me moriría de miedo o estaría al nivel del reto. Impredecible. Y por eso disfrutamos tanto.
Esa es la regla principal de la conexión: no la puedes controlar.
Y ahí aparece la emoción: el miedo, la duda, el poder… emociones que nos esforzamos en apartar de nuestra vida
y por eso morimos un poco.
Esto es lo que estamos haciendo los humanos con nuestra vida y el mundo: controlarlos cada vez más. Atarlos cada vez más.
Hasta el punto que todo lo podemos controlar desde la palma de nuestra mano, nuestro bolsillo o nuestro reloj. ¡Que te avisa incluso de si te vas a poner malo!
Pero igual que la burocracia está empezando a causar que no puedas hacer tu trabajo… así tanto querer controlar tu vida está haciendo que no vivas conectado.
Y aquí estoy yo, ofreciéndote una experiencia para que aprendas a conectar mejor.
¿No hemos quedado que no se puede controlar?
No. No se puede.
Pero puedes aprender a estar más disponible a ella. A abrirte a eso que puede suceder en cualquier momento.
Que pueden ser rebaños de ovejas en las montañas, o un sorbo de una cerveza con los ojos cerrados o la brisa del mar sentida con consciencia, o tu paseo al trabajo cada mañana en el frescor del amanecer, o la sonrisa de tu hijo.
Sobre eso último te cuento algo mañana.
Aunque no lo sé, es incontrolable.
La conexión y el verano. No dejes escapar esta oportunidad de abrirte a lo que de verdad importa: Verano Eterno
PD: El martes a las 23:59 se cierra hasta el año que viene. Pero ten en cuenta que es incontrolable, no sé como será mi vida entonces. Ni tú la tuya.
PD2: Accedes haciendo clic aquí: www.carloscenalmor.com
Por: Dr. Carlos Cenalmor. Psiquiatra
EL PERIÓDICO DE LA PSICOLOGÍA
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