Una inteligencia muy superior a la media, un potencial para desarrollar, una forma de aprender y de sentir diferente, y un desarrollo asincrónico
La superdotación, la inteligencia y el talento son conceptos que pueden tener diferentes significados según las culturas. Por ese motivo, no existe una definición universalmente aceptada de lo que son las Altas Capacidades.
Actualmente, el término alta capacidad ha evolucionado desde los primeros estudios que lo asociaban a alto rendimiento académico y más tarde a un elevado Cociente Intelectual (CI), hasta nuestros días, cuando se define como un potencial a desarrollar.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que una persona es “superdotada” cuando su Cociente Intelectual es igual o superior a 130. Sin embargo, los test de inteligencia no son exactos y hoy en día los especialistas en el diagnóstico de la Alta Capacidad no tienen en cuenta únicamente este dato, ya que no creen que exista un punto de corte igual para todos. Por eso, valoran esta medida (el CI) como un indicador más, dando lugar a una evaluación multi-dimensional (no sólo psicométrica), que tiene en cuenta otros indicadores cuantitativos y cualitativos como son la creatividad, el estilo de aprendizaje, el desarrollo evolutivo, y otras características propias de la alta capacidad.
Los estudios más recientes se alejan de este rígido baremo y prefieren referirse a los niños/as de Altas Capacidades como aquellos que tienen una capacidad de aprendizaje muy superior y una forma de aprender radicalmente distinta, que los diferencia del resto de niños de su edad.
“Esto no quiere decir que el CI o el nivel de rendimiento académico de un alumno no deba ser tenido en cuenta como uno de los criterios, quiere decir simplemente que no debería de ser el único criterio a la hora de identificar a un alumno para cualquier programa de enriquecimiento o de atención a la alta capacidad intelectual” (J. Renzulli, Revista de Educación nº368. MECD)
El único rasgo común que comparten todas las personas de AACC es su alta velocidad de aprendizaje y curiosidad para conocer en profundidad, mediante métodos de lo más diverso, todo aquello que les motiva.
Algunos de estos alumnos presentarán un alto rendimiento académico, otros serán especialmente disruptivos en el aula (para disgusto de sus profesores) y un tercer grupo tenderá a ocultar sus capacidades por miedo a no encajar.
Igual que ocurre con el resto de la población educativa, algunos niños con AACC también pueden presentar dificultades de atención o hiperactividad, TEA, dislexia, etc., presentando lo que se denomina como doble excepcionalidad.
La errónea identificación de AACC con alto rendimiento hace invisibles a todos aquellos que no lo presentan, ya sea porque se aburren y desconectan o porque presentan alguna doble excepcionalidad, e impide atenderlos adecuadamente para que desarrollen todo su potencial.
Si tú eres uno de esos profesores que opina que en su clase no hay niños de AACC, de los que dicen «yo no lo veo» o «primero debo atender a los que van peor», plantéate si tu modo de enseñanza los deja fuera y les impide tener un reto adecuado a su potencial. Esta situación continuada es una tortura para sus profundas ansias de aprender y a la larga puede apagar su curiosidad en la escuela y afectar a sus notas, llegando incluso al fracaso escolar.
Detectarlos en época temprana y atenderles adecuadamente, dejándoles aprender a su ritmo, es la mejor receta para que su potencial se desarrolle, sean alumnos felices y presenten un rendimiento acorde con sus capacidades.
Como ocurre con el resto de la población, las personas de AACC no son homogéneas y no todos destacan o dejan ver sus AACC de igual manera en todos los aspectos de la inteligencia y en todo momento. Los últimos estudios con neuroimagen han confirmado la existencia de una inteligencia general «g», pero ésta se expresará de diferentes formas dependiendo del contexto (entorno familiar, colegio, amigos…), el carácter y la personalidad del individuo, sus áreas de interés, procesos emocionales, etc.
A menudo, se suelen confundir las Altas Capacidades con el “alto rendimiento académico”. Pensamos que se trata de niños precoces, responsables, que muestran un especial interés por seguir la clase. Esperamos un niño silencioso y aplicado, que todo lo sabe, escribe perfectamente y lee sin parar. Sin embargo, muchas veces la inteligencia implica justo lo contrario: inquietud (tanto física como mental), rebeldía y dificultad para aceptar las normas cuando no son razonadas. De hecho, puede confundirse con el controvertido TDA-H (‘Trastorno de Déficit de Atención con o sin Hiperactividad’).
La principal diferencia entre un alumno brillante y uno de Altas Capacidades está en la gran sensibilidad demostrada por éste último.
Las Altas Capacidades expresan un potencial para desarrollar. Sin embargo, para que este potencial sobresalga convirtiéndose en un talento tangible es necesario que escuela y familia trabajen juntas, fortaleciendo el carácter y la personalidad del niño, y ofreciéndole los estímulos y retos necesarios. También hay que tener en cuenta que algunos niños dotados con aptitudes excepcionales pueden no mostrar niveles excepcionales de rendimiento debido a circunstancias ambientales, como pobreza, discriminación, barreras culturales, discapacidades, trastornos de aprendizaje, problemas de motivación, emocionales etc…
Una forma de aprender diferente
El cerebro de estos niños tiene una mayor capacidad lógica. Razonan mejor y aprenden mucho más rápido. Poseen un vocabulario y una capacidad verbal más desarrollados.
Las Altas Capacidades otorgan al alumno una forma y ritmo de aprendizaje diferente que no siempre encajan con el actual sistema de enseñanza (que establece límites según el currículum y la edad del alumno). Muchos de estos niños poseen habilidades que no destacan en la escuela actual (como la visión estratégica, la creatividad, la resolución de problemas complejos, la incorporación de soluciones diferentes, el liderazgo de grupos, la interrelación de conceptos entre las distintas asignaturas…) Otros tienen intereses en los que no pueden ahondar porque el currículum no los contempla en ese momento (como la astronomía, la química, la física, la historia, la filosofía…)
Una forma de sentir diferente
Las personas de Altas Capacidades tienen una especial sensibilidad. Debido a su intensidad emocional, los niños con AACC suelen ser acusados de melodramáticos. Sin embargo, las emociones que sienten son reales. Para ellos un grano de arena es realmente una montaña.
El psicólogo y psiquiatra polaco Kazimierz Dabrowsky, conocido por sus investigaciones en este campo, asegura que estos niños “tienen una capacidad de emocionarse profundamente. Desarrollan fuertes vínculos con personas, lugares y cosas”. Según las investigaciones de la psicóloga estadounidense Leta Hollingworth, el 90% de estos niños tienen una sensibilidad muy alta, así como un elevado sentido de la justicia.
Un desarrollo asincrónico
Según describió el psicólogo infantil especialista en superdotación Jean C. Terrasier, en 1994, los niños de Altas Capacidades suelen tener un desarrollo asincrónico, ya que su desarrollo intelectual va por delante de su crecimiento. Como consecuencia, las funciones cognitivas y emocionales se pueden desarrollar de forma desigual. Esto significa que pueden ser capaces de entender determinados acontecimientos o ideas al nivel de un adulto, pero no de gestionar las emociones que les provocan, ya que, debido a su corta edad y poca experiencia, aún no tienen las herramientas necesarias para hacerlo. De igual modo, su elevada capacidad de razonamiento tampoco está al mismo nivel de su capacidad de expresión. Es decir, que son capaces de comprender cosas que aún no puede expresar con palabras.
También se produce una disincronía social, porque se sienten diferentes al resto de sus compañeros. Algunos tratan de adaptarse al grupo, e incluso liderarlo, pero otros se aíslan voluntariamente en su propio mundo y desarrollan un comportamiento similar al que se observa en los niños con Síndrome de Asperger.
Este desarrollo asincrónico puede hacerles parecer más inmaduros de lo que son y, en ocasiones, generarles problemas para aprender a escribir, ya que su desarrollo motriz no siempre está ajustado con su evolución intelectual.
© Ana Díaz.
Periodista y experta universitaria en AACC y Desarrollo del Talento por la UNIR.
www.altascapacidadesytalentos.com
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