El Periódico de la Psicología. Redacción. Barcelona 27.09.2025. medio de comunicación especializado ISSN 2696-0850
La mente: un sistema vivo de significado y transformación.
En un mundo que avanza a gran velocidad, entender la mente humana no es solo una tarea científica, sino un imperativo ético. Ya no basta con describir procesos neuronales o mapear funciones cerebrales. La psicología del futuro —y del presente más consciente— necesita rescatar la mente como aquello que siente, interpreta, sueña, teme, crea… como aquello que nos hace profundamente humanos.
¿Qué es la mente? Más allá del cerebro
La mente no puede reducirse a la actividad de las neuronas, aunque estas sean su vehículo biológico.
La mente es un sistema vivo, complejo, integrado, que emerge del cuerpo, se desarrolla en la relación con otros y se moldea en el tiempo. Es al mismo tiempo biológica, psicológica, social y simbólica.
Así como el lenguaje da forma a la realidad que percibimos, nuestra mente organiza la experiencia en narrativas.
Cada emoción, pensamiento o recuerdo no es un simple dato, sino un significado. Y en ese tejido de significados se juega la salud mental, la identidad y la libertad.
La mente como relación, no como objeto
Tradicionalmente, la psicología occidental ha buscado «explicar» la mente desde afuera, como si fuera una máquina que debe arreglarse cuando falla. Sin embargo, enfoques más humanistas, fenomenológicos y sistémicos han abierto el camino a una mirada distinta: la mente no se observa como un objeto, sino que se comprende en la relación.
La mente no «está» en el individuo, sino que se «da» en el encuentro: entre el niño y su madre, entre el terapeuta y el paciente, entre el yo y sus múltiples voces internas. Es en la calidad de estos vínculos donde se fragua la salud o el sufrimiento psíquico.
El poder de la transformación interna
Uno de los descubrimientos más poderosos de la psicología contemporánea es que la mente no es fija. El cerebro posee plasticidad, pero la mente va más allá: puede reconfigurar sus significados, reinterpretar el pasado, resignificar el dolor, crear futuro.
Esto implica que todo ser humano tiene la capacidad de transformarse. No desde la autoexigencia, sino desde la autocompasión. No desde la corrección, sino desde la integración.
Curar la mente no es borrar heridas, sino darles un nuevo sentido. No es eliminar síntomas, sino aprender a dialogar con ellos. No es alcanzar un ideal, sino reconciliarse con uno mismo en el aquí y ahora.
Humanismo como futuro de la psicología
La psicología del mañana no puede ser únicamente técnica. Necesita recuperar la dimensión ética, existencial y espiritual de la experiencia humana. Preguntarse no solo cómo funciona la mente, sino para qué sufrimos, amamos, cambiamos, recordamos.
Un enfoque humanista no niega la ciencia, la integra. Comprende que somos organismos, pero también relatos. Que hay química cerebral, pero también deseo, duelo, esperanza.
La mente, en última instancia, es un puente: entre lo biológico y lo simbólico, entre lo personal y lo colectivo, entre lo que somos y lo que aún podemos llegar a ser.
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