De nuevo la velocidad, vivimos en la búsqueda constante de satisfacción instantánea, nos distanciamos del valioso aprendizaje que mora en la frustración. En nuestra cultura actual, hemos sido «educados» para evitar la frustración y buscar soluciones rápidas, lo cual puede ser un enfoque poco sostenible ante la complejidad de la vida hoy día.
Desde la infancia, nos enseñan a evitar la incomodidad de la frustración y a buscar gratificación inmediata. Sin embargo, la frustración es un aspecto inevitable de la existencia humana y, trayendo a Seneca,
La vida es como un río, y las adversidades son las rocas en su curso. No podemos evitarlas, pero podemos aprender a sortearlas con gracia.
La educación enfocada en los halagos de padres y entorno, real y virtual, un insaciable apetito de satisfacción instantánea, puede dejarnos desarmados cuando nos enfrentamos a desafíos significativos, en la escuela, en la universidad, en el trabajo, en la vida de pareja o respecto la salud.
¿Qué tal si, en lugar de evitar la frustración, aprendemos a abrazarla como una oportunidad para el crecimiento? «La felicidad y la libertad comienzan con una clara comprensión de una cosa: algunas cosas están bajo nuestro control, y otras no», es una reflexión que se le atribuye a Marco Aurelio. Y se me ocurre que , dado el imparable grado de incertidumbre de la vida cotidiana, ojalá hoy día tuviéramos en cuenta este tipo de conceptos para preparar personas para ser adultos autosuficientes en todos los aspectos, también en lo emocional y psicológico, si no, es más probable que caigan devastados emocionalmente ante cualquier situación no satisfactoria.
La práctica del mindfulness propone una herramienta interesante para enfrentarse a la frustración con aceptación y amor. Al cultivar una mente resiliente, aprendemos a navegar por las aguas turbulentas de la vida con calma y sabiduría.
Qué le pasa a la mente, con la frustración
La frustración se muestra como una reacción natural de la mente cuando las cosas no acaban según nuestras expectativas. Reconocer que el único error radica en llevarnos a nosotros mismos a descalificarnos por ello, es el primer paso para cambiarlo. En lugar de ser duros con nosotras mismas, evitemos ese «auto castigo» y cambiémoslo por auto amor, auto compasión y empatía con una misma, actitudes que nos refuerzan para afrontar esa y cualquier circunstancia.
En lugar de caer en las garras dela frustración, cuando algo salió mal, proponemos hacer un «stop & go» , observar y sentir cómo nos posicionamos frente a la circunstancia.
Este cambio de perspectiva nos facilita la oportunidad de reformular nuestra relación con la frustración, comprendiendo que el valor de mi persona no está vinculado al resultado de mis acciones y que, a través de la observación meditativa, podemos influir para que las cosas se desarrollen de manera más favorable.
Es capital reconsiderar la forma en que abordamos la frustración en nuestra educación y en nuestra vida diaria. Al seguir los principios sólidos y adoptar una perspectiva mindfulness, podemos transformar la frustración de un obstáculo en una oportunidad para el autodescubrimiento y el crecimiento.
SANDRA GALI
sandragali.com
Coach. Hipnologa. Humanista. Escritora
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